Los equipos con más renombre – victorias y tÃtulos – son, por norma,
aquéllos que atacan más veces, aquéllos que potencian su
juego ofensivo, aquéllos que más y mejor hacen la
gestión del tiempo y del espacio en la posesión del balón. Y pregunto: ¿Serán también aquéllos
los que defienden mejor?
Analizando los mejores
equipos en el
cuadro internacional, percibimos
con alguna
facilidad la capacidad
que demuestran en
la recuperación rápida
de la posesión del balón y
en el inicio «inmediato» de un nuevo ataque. En
el mismo cuadro de
observación, constatamos también la dificultad que otros equipos revelan en la «defensa» del
ataque adversario y
en el reinicio
de una nueva
acción ofensiva.
Con alguna atención, podemos verificar que los primeros son capaces de
ata-car con
todos los jugadores,
ocupando zonas del
campo de forma
equilibrada y racional, en
una clara protección
de su «campo
defensivo», y diseñando
los «equilibrios
defensivos en el
ataque». No es
difÃcil ver que
los segundos tienen sus unidades más
dispersas, sin zonas de protección bien definidas o sin coherencia en la
cobertura de los espacios por detrás del balón y, por eso, son más vulnerables
ante los ataques rápidos del adversario.
Me parece claro también, que destacan los equipos que más rápidamente
con-siguen, con eficacia,
«disminuir» el tiempo de
transición defensa /ataque y ataque/defensa, esto es,
aquéllas que se preparan para «defenderse» cuando atacan y que comienzan a «atacar» cuando pierden la posesión. Estamos ante un
pensamiento táctico
que invierte los «conceptos» de defensa/ataque y
ataque/defensa, «cada uno a su tiempo». Por ejemplo, el momento (inevitable) de la
pérdida de la pelo-ta es mucho menos «crÃtico» cuanto mayor sea el equilibrio defensivo
conquista-do durante el proceso ofensivo.
En mi perspectiva, estamos en el tiempo de conseguir atacar al defender
y de defender cuando
atacamos, con el
claro propósito de
crear mecanismos en el juego colectivo que
garanticen el equilibrio en las fases de ataque y de defensa y una recuperación de
pelota en menos tiempo y en zonas «privilegiadas» (para de nuevo atacar),
utilizando procesos táctico-técnicos de mayor eficacia con base en acciones colectivas
coherentes y ajustadas a la zona de terreno y al momento del juego.
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