Sentà la ausencia de Guardiola durante su temporada alejado
de los focos. Los cuatro años anteriores, con cinco o seis dÃas de antelación
ya buscaba el horario de sus partidos, sacándome los demás compromisos. AsistÃa
a una cátedra, al placer semanal de ver a su equipo.
Con Pep, lo de la pelota parada, la intensidad, el esfuerzo,
dejó de ser trascendente. Rompió con el doble cinco y con el cúmulo de mentiras
que rodeaban al fútbol.
Al Barça le dio un toque que ningún equipo tenÃa. Los
jugadores no eran asà antes de su llegada, a nadie se le hubiese ocurrido dar
las riendas del juego a Busquets e Iniesta, ni brindar la trascendencia para
salir de atrás a Gerard Piqué.
HabÃa una idea dibujada, pero sus pinceladas, ese plus de
capacidad y genialidad le pertenecen.
En enero de 2013, Guardiola se comprometÃa con el Bayern de
Múnich para empezar a dirigirlo seis meses más tarde.
Durante ese tiempo,
y de forma
sorprendente, el conjunto
dirigido por Jupp
Heynckes salió campeón
de todas las competiciones.
Por momentos pensé que a pesar del compromiso contractual,
el club e incluso Pep iban a romper con el acuerdo ante la magnitud del
rendimiento del equipo.
Después recapacité, profundicé, maduré mi análisis y llegué
a la conclusión de que lo que querÃan los dirigentes era cautivar, que más allá
de ganar perseguÃan el sello Guardiola.
Todos pueden ganar, cualquier estilo ha cosechado victorias.
Recordemos a la Grecia de la Eurocopa de 2004, el Liverpool de Rafa BenÃtez, el
Inter de Mourinho o el Atlético de Madrid del “Cholo” Simeone. Pero deslumbrar
únicamente está al alcance de unos pocos.
Tocaba pues percibir las diferencias entre lo que se iba a
encontrar y lo que querÃa implementar. Ver si el entorno, incluidos los propios
jugadores iban a estar receptivos a los ideales de Pep. ¿Qué iba a hacer
Guardiola para conjugar el pragmatismo con la brillantez en un equipo ganador?
En definitiva, ¿qué iba a hacer Guardiola para introducirse
en el planeta Bayern?
SabÃa que no iba a traicionarse, y querÃa ver cómo iba a
negociar con lo que ya habÃa construido. Conocer cómo iba a transformar a
jugadores que tenÃan la necesidad de correr, contemplar la forma en que iba a
convencerlos para abandonar sus zonas de confort empezaba a ser de gran
interés.
El relato cronológico que Óscar imprime en estas páginas va
en esa dirección, en la de profundizar en la labor de un técnico capaz de
agrupar a jugadores talentosos sin perder el sentido colectivo, un entrenador
que utiliza los obstáculos para que sus equipos jueguen mejor, que rompe
rutinas e incentiva al futbolista para mantener el espÃritu competitivo siempre
en alza.
Pep otorga versatilidad al juego sin modificar ideas, sino
ampliando las soluciones creativas, siempre persigue lo utópico encontrando en
el trayecto esos elementos estéticos innegociables en sus equipos.
En la búsqueda de la perfección constante, de la excelencia,
su carisma y capacidad de penetración se convierten en una vitamina
imprescindible para sus jugadores.
Más allá de la sabidurÃa estricta, Guardiola es un
comunicador virtuoso, un entrenador que elige con sutileza los cómos y los cuándos
en la información que emite. Mantiene el control y la calma emocional en los
jugadores, en un contexto muy fértil para la expresión de los egos.
Hay una generación de técnicos excesivamente analÃticos pero
sin sentimiento por el juego. Por ello, la aparición del catalán llenó de
nuevos estÃmulos a todos aquellos que amamos la capacidad de sorpresa.
Guardiola escucha, asimila, necesita y busca el crecimiento
de sus equipos, siente la necesidad de perfección continua, de buscar la
exquisitez táctica, forma parte de su vida el hecho de evolucionar.
Es un entrenador único, un inspirador. Con él nos
preguntamos el porqué de las cosas, e incluso al indiferente lo introdujo en el
mundo del curioso.
Al introducirse en la obra que tienen en sus manos,
convivirán con esa pasión que define a los mejores, y lo harán a través del
análisis del juego del Bayern de Múnich, un club que ha decidido poner sus
recursos en manos de alguien que les devolverá con creces semejante regalo.
Diego Latorre, ex
futbolista y actual comentarista en Fox Sports y Fútbol para Todos. Columnista
en Diario Olé (Argentina).
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