Leer un cuento de fútbol puede sonar raro para algunos.
Tener en la biblioteca más de diez libros de poesÃa dedica-dos exclusivamente
al fútbol sobrepasa los lÃmites de cualquier futbolero, pero sin duda, poder
revisar la historia de Latinoamérica a la luz de un puñado de novelas que se
han escrito sobre el fútbol es todo un privilegio. Y esto se debe, en gran
medida, a que desde hace mucho tiempo hay alguien hablando de fútbol en
cualquier esquina en los lugares más recónditos del planeta. Y cuando digo
hablar me refiero a los que se reúnen en el bar a discutir los pormenores de la
fecha, como también a los que se sientan y escriben historias y crónicas para
grandes y chicos, y obviamente, a todos aquellos que nos encerramos a leer cada
cuento, no-vela o poema sobre el deporte más hermoso del mundo. Acá no hay
edad, ni género, ni regiones, ni clubes. Es entonces cuando la voz del hincha,
la memoria del estadio y la oralidad del gol, suben el telón de una comedia
humana o educación sentimental —en el
mejor de los casos— donde todos y cada uno de los aspectos que giran en
torno a este deporte exponen y permiten ver a un individuo expuesto frente a sà mismo. Es decir, el
fútbol nos convierte en un mismo individuo cada vez que gritamos gol. Al mismo
tiempo, nos dota de héroes y gestas, y, gracias a su dinámica de lo impensado,
tenemos leyendas y mitos en los que creemos a ciegas porque los hemos visto
entrar al campo de juego como hombres y salir como dioses. En fin.
Leer también es una pasión dicen en algún paÃs. El fútbol es
palabra viva, dentro y fuera de la cancha. Por eso esta antologÃa es una manera
de devolver la pared que, hace más o menos doce años, me tiró un viejo amigo al
enseñarme por primera vez los textos de Osvaldo Soriano. Entonces vi que el
fútbol se podÃa jugar en una cancha diferente: el libro, y con una pelota igual
de hermosa: la palabra. Estos cuentos en-cierran fracaso, dolor, recuerdos,
gloria, amistad, juventud, miedo, pasión, goles, sexo, infancia y muchos
sueños. Acá no hay pitazo inicial ni pitazo final, no hay árbitro ni comentaristas,
lo único que hay es alguien con un balón debajo del brazo, perdón, con un libro
debajo del brazo. “El goleador es siempre el mejor poeta del año”, escribió
Pier Paolo Pasolini. Javier MarÃas dijo que “el fútbol es la recuperación
semanal de la infancia”. Antonio Gramsci lo definÃa como “el reino de la
lealtad humana ejercida al aire libre”. Y con cierto tono meloso, el checo
Milan Kundera escribÃa que “tal vez los jugadores tengan la hermosura y la
tragedia de las mariposas, que vuelan tan alto y tan bello pero que jamás pueden
apreciar y admirarse en la belleza de su vuelo”.Desde hoy, y gracias a estos
cuentos de fútbol de Libro al Viento, correrán miles de balones de fútbol por
las calles de Bogotá tirando paredes una y otra vez entre sus lectores. Ya no
serán necesarias las latas de cervezas vacÃas, ni los envases de plástico
rotos, ni las viejas cajas de cartón o tapas de gaseosa. Finalmente, quiero
recordar unas palabras de Camus a modo de consejo para toda la vida: “Pronto
aprendà que la pelota nunca viene hacia uno por donde uno espera que venga. Eso
me ayudó mucho en la vida, sobre todo en las grandes ciudades, donde la gente
no suele ser siempre lo que se dice derecha”
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