Soy una persona sin tÃtulos académicos. Todo lo que sé, lo he
aprendido por experiencia. Cuando perdà a mi padre a los doce años, mi vida quedó
determinada por el Ajax. Primero mediante mi segundo padre, que era encargado del
campo, más tarde a través de mis entrenadores Jany van der Veen y Rinus Michels.
Gracias al Ajax aprendÃ, no solo a jugar mejor al fútbol, sino también a comportarme.
Con mi suegro adquirà experiencia financiera. En aquella época
ningún futbolista habÃa oÃdo hablar de marketing y las relaciones comerciales eran
algo totalmente nuevo. Cuando él entró en mi vida, me ayudó con esas cuestiones
y me instruyó en ellas. Porque en cuanto yo pensaba que podÃa apañármelas solo,
las cosas empezaban a ir mal. Pero eso no importa. Forma parte de la vida. Lo que
importa es aprender.
Con esto quiero señalar la trascendencia que tiene mi familia
para mÃ. No solo mis padres, suegros, esposa, hijos y nietos, sino todas aquellas
personas que me llevaron de la mano en el Ajax durante un periodo de enorme vulnerabilidad
en mi vida. Por eso, para mÃ, el Ajax forma parte de mi familia. Mi familia fue
también determinante para que yo llegara a ser la persona que soy hoy. Alguien que
como futbolista no tiene más que un defecto: pensar en lo más alto. Como jugador
o entrenador no soy capaz de hacer nada a un nivel inferior. Solo puedo pensar en
una dirección: rumbo a la cima. Para ser el mejor posible. Por eso, al final, tuve
que parar. Ya no tenÃa la condición fÃsica que se exige para poder estar en lo más
alto y, cuando eso ocurre, ya no tiene sentido estar en el terreno de juego. Pero
como aún tenÃa la cabeza en buenas condiciones, me hice entrenador.
Lo que quiero decir es que mi vida ha estado siempre marcada
por el deseo de perfeccionismo y de mejorarme a mà mismo. Esa ha sido mi máxima
en todo lo que he hecho.
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